Noventa y seis horas, una novela que trata sobre la esperanza de recibir un órgano

Teresa Martí: “Me di cuenta de que lo que estaba escribiendo iba mucho más allá de la literatura”.
En su primera novela, Teresa Martí aborda el tema de la esperanza de los pacientes pendientes de recibir un órgano que les ha de salvar la vida. Lo hace con un estilo directo, sin concesiones, que atrapa al lector desde las primeras líneas. Antes de abordar este género, Martí había cultivado, sobre todo, el relato corto. Una de sus narraciones fue publicada en el volumen colectivo Amarrar el sol, editado en 2012 por la Escuela de Escritores de Madrid. Actualmente, está pendiente de publicar su segunda novela.

¿Cómo surgió tu interés por escribir Noventa y seis horas?

Soy escritora y cualquier tema que me parezca que puede dar vida a una historia, me parece interesante. En este caso, no tenía ninguna idea preconcebida, pero la historia apareció en mi cabeza a partir de un hecho muy concreto que viví y decidí escribirla. Luego, cuando entré de lleno en el mundo de la donación y los trasplantes de órganos, me di cuenta de que la novela que estaba escribiendo iba mucho más allá de la literatura.

¿Qué fue lo que te inspiró a escribir sobre el tema de la donación de órganos. Viene de algún familiar o amigo?

De hecho fue una casualidad. Mi hermana me presentó a Imma, una amiga con la que había compartido la habitación del hospital. Durante la conversación, la chica comentó que estaba esperanzada con la llegada del puente del 1 de mayo, un largo fin de semana de cuatro días. Después supe que el motivo de su esperanza era la posibilidad de que durante esos cuatro días hubiera un donante. Por lo tanto, para que ella pudiera tener unos órganos nuevos, otra familia perdería entonces un ser querido; una realidad que, en aquel momento y, a pesar de saber que Imma tenía todo el derecho a desear tener aquellos órganos que le permitirían seguir viviendo, me impactó muchísimo. Fue entonces cuando aparecieron en mi cabeza las dos familias que darían vida a la novela y que las protagonistas serían las dos madres, dos mujeres que, durante las noventa y seis horas que duraba el puente del 1 de mayo, vivirían de forma paralela, y sin ni siquiera llegar a conocerse, lo que seguramente serían las circunstancias más intensas de sus vidas. A lo largo de estas horas, la vida de la hija de una de ellas, dependía de la decisión que tomara la otra. Las historias son ficticias, pero durante los años que escribí la novela, Imma y su familia estuvieron muy presentes en mi recuerdo.

Tengo entendido que Noventa y seis horas ha viajado por muchos lugares e incluso en el extranjero.

En efecto, tanto en formato digital como en papel, el libro está en muchas ciudades de Europa y Latinoamérica. Creo que al ser un tema tan universal, la historia narrada en la novela, puede tener interés en cualquier lugar del mundo.

¿Has recibido ayuda para hacer realidad este libro?

Económicamente no, pero he recibido apoyo y asesoramiento, y mucho. Por un lado, la predisposición de Henry Odell, el editor de Pensódromo 21, que decidió que mi novela formara parte de su sello editorial. Y por otra parte, la ayuda de Marga Sanromà, responsable de la Organización Catalana de Trasplantes (OCATT) por su asesoramiento, del que estoy muy agradecida, para llegar a conocer a fondo el proceso de trasplantes de órganos. Después, una vez publicada la novela, he recibido el apoyo y ayuda de muchas personas, implicadas o no en la donación de órganos y de diferentes asociaciones de enfermos y personas receptoras o donantes de órganos, para hacer la promoción.

Hasta ahora, ¿los lectores te han podido demostrar que les ha gustado leer la historia?

Sí, mucha gente se ha puesto en contacto conmigo para contarme que habían disfrutado mucho de la lectura. Otras personas, las que han vivido de una manera u otra el proceso de trasplante de órganos, me han comentado que se habían sentido totalmente identificadas con lo que viven los protagonistas de Noventa y seis horas, incluso personas que trabajan en el mundo de la salud.

De todas las presentaciones que has hecho, ¿recuerdas alguna anécdota?

Recuerdo que en la primera presentación que hice en Barcelona, ​​Jaume Tort, director de la OCATT, que tuvo la amabilidad de acompañarme, nos explicó en su intervención que en ese momento se estaban trasplantando siete órganos de un mismo donante. Fue muy emocionante. Y la otra anécdota, la viví hace muy pocos días, en la presentación en Girona, a la que asistió la familia de Imma. Fue muy bonito que quisieran acompañarme.

¿Qué te parecería que la diálisis desapareciera?

No soy médico, pero ante esta pregunta pienso que si algún día desaparece la diálisis, será porque la donación de órganos será ya un hecho habitual y, por tanto, también el trasplante de riñón; o bien porque la ciencia habrá avanzado de tal manera, que será posible la regeneración de nuevos órganos a partir de las células madre, por ejemplo.

¿Crees que hay suficiente conciencia por parte de la población en general sobre la IRC (Insuficiencia Renal Crónica)?

Yo creo que muchas veces la vida puede ser extremadamente dura y difícil para las personas que la viven en primera persona. Y el resto, podemos continuar viviendo apartados de este sufrimiento por el simple motivo de no conocer la realidad en la que viven. Por eso creo que cualquier campaña de sensibilización, del tema que sea, es imprescindible para que la gente viva de forma empática lo que viven los demás. Recuerdo una temporada que viví una situación muy dolorosa en mi familia. Iba por la calle y, por supuesto, la gente no podía saber que yo estaba rota por dentro. Entonces pensé que siempre tenemos que ser comprensivos con el comportamiento de las personas, porque nunca sabremos el momento por el cual están pasando en sus vidas.

¿Qué valoras más, tú, de la vida?

En mi vida personal yo valoro mucho la familia y los amigos. Y a nivel más general, la generosidad de las personas, en su más amplia definición, que incluye ser civilizado, pensar en los demás, escuchar, ser amable, sonreír siempre que se pueda. Mostrar, en definitiva, que estás cerca de esa persona a la que, por una circunstancia u otra, la vida te ha puesto al lado.

¿Tienes pensado escribir otro libro? ¿Cuánto tiempo tardará en salir?

Tengo un par de libros en marcha y me gustaría que, al menos uno de los dos, saliera antes del verano.

¿Quieres añadir algo más que yo no te haya preguntado?

Sí, quiero decir que como escritora me gusta que los lectores me comenten lo que les ha gustado y no les ha gustado de mis escritos; siempre es enriquecedor saber la opinión de los lectores. Pero, en el caso de este libro, me ilusiona especialmente que los lectores me digan que desde que han leído el libro ha cambiado la visión que tenían de la donación de órganos, algunos de ellos, incluso, han ido a hacerse el carné de donantes al terminar de leerlo.

¿Qué mensaje de esperanza transmitir a los pacientes con IRC (Insuficiencia Renal Crónica)?

Que la donación de órganos está cada vez más en la calle, en el sentido de que cada vez las personas están más informadas y mentalizadas con esta posibilidad y son más solidarias. Por otra parte, y por lo que he podido leer, que la ciencia está avanzando de forma importante en la sustitución de los riñones por otras vías, como la sustitución con un órgano artificial o su regeneración. En este punto aprovecho para recordar a las administraciones la importancia de destinar más recursos a la investigación en general.

¿Podrías darnos tu opinión personal sobre la donación de órganos?

Durante el proceso de escritura conocí testimonios de personas que habían pasado por esta experiencia y me sumergí en el mundo de la donación de órganos donde conocí el impecable trabajo que hacen los equipos de trasplantes de los hospitales, y me di cuenta de la responsabilidad que tienen los coordinadores de trasplantes y la fortaleza de los profesionales que acompañan a las familias antes y después de tomar la decisión. El trabajo de todas estas personas es imprescindible para que todo funcione, pero nada se pone en marcha hasta que la familia de la persona que desgraciadamente ha muerto no autoriza la donación de sus órganos; por eso me parece imprescindible que las personas que así lo deseen, se hagan el carné de donantes y, lo que es más importante, que lo comuniquen a sus familias. En cuanto a la donación de órganos en sí misma, quisiera repetir una vez más la importancia que tiene la donación de unos órganos que ya no pueden hacer su función en la persona que ha muerto y que, en cambio, pueden dar la vida a muchas personas. Y que es importante pensar que todos nos podemos encontrar, un día u otro, al otro lado de la historia.
Por Mónica Pin