Sinopsis

En esta, su última obra, No oír No ver No callar, José Luis Terraza se adentra en los entresijos de la comunicación entre las personas. De ahí deduce los vicios en que esta se basa, en los que la conversación queda anulada por monólogos de autoafirmación que se superponen unos a otros y en los que quien más alza la voz queda como quien tiene la razón.

No deja de lado la conducta impuesta por los mass media, en la que el miedo guía nuestros pasos y nos conformamos con lo malo conocido. Y cuando algo nos frustra, la reflexión queda anulada por el acto de depositar la culpa en el otro.

La etimología de la palabra «poesçía» indica que proviene del griego y que su significado es «acción, creación, adopción, fabricación, composición…». Entonces poesía es más bien acto que forma, acto de decir, de contar, de explicar, de manifestar. Voluntad de quien quiere decirnos algo y elige para ello la forma que más le conviene a su acción, a su relato.

José Luis Terraza no es un advenedizo en estas lides del decir. Testimonio de ello son no solo sus otros libros publicados; también sus cuadros, sus fotos, sus esculturas… todo un compendio de actos de decir del cual las palabras son una de las formas que elige para comunicarse y lanzarnos su desafío. José Luis no viene a narrarnos historias; elige decirnos qué siente cuando se enfrenta a la vida cada mañana, golpeando en las puertas de difícil acceso de nuestra subjetividad buscando que, por una vez al menos, se abran y permitan la entrada de esas preguntas, esas dudas… incómodas; escarbando en «la inconsistencia del comportamiento […] que solamente se sustenta en la comodidad de lo malo conocido sin tener el valor de salir a conquistar los bueno por conocer».