La autora de Pensódromo Arabella Salaverry ha recibido el Premio Nacional de Cultura 2021 en Costa Rica. Desde Barcelona queremos hacerle llegar nuestra más cálida ¡ENHORABUENA!. Es un gran orgullo para nosotros poder contar con una autora como ella y tener sus libros «Erótica – Antología poética» y «Chicas malas» en nuestro catálogo.

Compartimos con vosotros estas palabras de Arabella Salaverry compartidas en el Teatro Nacional con ocasión del recibimiento del Premio Nacional de Cultura Magón.

INJUSTA Y NECESARIA

Batallas femeninas

Deshacer las líneas de fuego
irlas limando volverlas viento
Volverlas ni siquiera recuerdo
ni siquiera memoria
Pulverizarlas
romper retenes
desmembrar paredes
comerse muros
Deshacer las líneas de fuego
que han delimitado claustros
Una batalla injusta y necesaria

Traigo este poema porque creo que resume lo que suele ser la vida de nosotras las mujeres, al menos de una gran mayoría. Una batalla constante, una batalla injusta y necesaria, librada en muchísimos campos.

Sin proponérmelo, cuando comencé a incursionar en el camino del arte, me decanté prioritariamente por lo que me había conmovido, por lo que consideré fundamental. Dar voz a quienes no la tienen. Dar voz a las mujeres, por las cuales durante siglos nadie habló, como no fuese para referirse a ellas como meros objetos, vestirlas como tontas, ineptas, o francamente limitadas e incapaces.

Y nosotras mismas a duras penas hemos tenido la posibilidad de levantar la voz para decir que somos la mitad de quienes habitan el planeta, y que hemos sido sistemáticamente silenciadas. Traigo a colación el otorgamiento del Premio Nacional de Cultura. Con una edad también de sesenta años, solo en 12 ocasiones se le había otorgado a una mujer.

Diría que recibir este reconocimiento, significa llegar a un sitio luminoso, a un amoroso puerto, el de la gratitud. Quiero manifestar mi profundo agradecimiento a las poetas Silvia Castro Méndez, Olga Goldenberg, Jeanette Amit y Lucía Alfaro, a Yadira Calvo, al poeta Ronald Bonilla quienes propiciaron mi presencia aquí. A las personas que integraron el jurado y por supuesto a mi familia. Pero muy especialmente a mi madre, Elena Pardo. Honramos lo que somos a partir de la herencia que nos han dejado nuestras madres, -pues ellas, como bien lo manifiesta Virginia Wolf, nos han otorgado la concepción primigenia de nuestra condición de mujeres-.

En algún momento en el cual me quejé de mi infancia solitaria, mi hija Andrea me recordó que había recibido lo más importante de mi madre: Elena me dio identidad. Y sin identidad no somos nada. Pero está también mi agradecimiento a la herencia recibida de tantas otras mujeres:

Desde Pancha Carrasco, Isabel Carvajal (la admirada Carmen Lyra), Adela Ferreto, Luisa González, Ángela Acuña, Yolanda Oreamuno, Eunice Odio Carmen Naranjo, las reconocidas, las maltratadas, para citar al menos algunas de las que han comprometido sus vidas a propiciar espacios desde los cuales pudiésemos trabajar, pensar, crecer; en definitiva romper los cercos, vivir a plenitud, mediante su aporte desde su pensamiento y sus acciones a la construcción de una sociedad más justa, más equitativa.

Mi gratitud por siempre a Arnoldo Herrera, visionario, mago de lo imposible, quien consolidó mi compromiso con la Cultura y con el Arte, y quien transformó el lema del Conservatorio Castella, heredado de Martí, en una forma de vida: Creer, crear, crecer y también nos lo dejó como su más importante legado hecho acción.

Y deseo mencionar el honor que significa compartir este reconocimiento con mi amigo y admirado artista Fernando Carballo.

Importante agradecer a este gobierno el esfuerzo realizado para destacar el trabajo de nosotras en diversos campos, el del Arte y la Cultura entre ellos.

Nosotras, ciudadanas del siglo XXI, y también los hombres, tenemos la obligación, la responsabilidad de hacer que germinen los esfuerzos de nuestras ancestras. Es importante tomarlas como ejemplo; hacernos sentir no por ser adorno, sino como parte activa en la construcción del presente y el futuro todos y cada uno de los días de nuestras vidas. Y que se nos permita ser vistas y escuchadas. Y de no ser así, que hablemos cada vez más alto.

Reitero mi más fervorosa gratitud a ellas, a ellos en la esperanza de continuar comprometiendo mi voz y mi acción hasta que la batalla injusta y necesaria no sea nuestra necesidad cotidiana.

Muchísimas gracias

 

¡Gracias a ti, Arabella! Y de nuevo, ¡ENHORABUENA!

 

Más información sobre la Premio Nacional de Cultura 2022, en este enlace.